Exploramos el origen etimológico de la palabra "Persona" (derivada de la máscara teatral 'personare' que proyectaba la voz) para redefinir al individuo, no como un simple ser humano, sino como un "personaje" activo y artífice de su propia vida. El artículo contrasta este rol con el concepto de "Mundo" (como comunidad de ciudadanos) y reflexiona sobre la necesidad de usar la "máscara" de la prosopopeya con criterio, como herramienta de protección, para finalmente destacar y proteger la singularidad y el valor genuino de cada individuo.